Tras la polémica suscitada por el cierre de Canal 9, Claustre Obert, el
espacio de debate promovido por la Universitat de València y el diario EL PAÍS,
reflexionó desde la ética, la antropología, la lingüística, la economía, la
política y la historia, sobre las perspectivas de futuro del ente público
valenciano.
Nadie defendió el funcionamiento “pervertido” de los últimos años de la
radio y la televisión públicas valencianas, pero todos abogaron por su
continuidad mediante la asunción de otro modelo, dimensionado, democrático y
plural. El fin de las emisiones de RTVV supone una desinversión de futuro en un
sector estratégico de creatividad como el del audiovisual. Es el desmontaje de
un medio público para beneficiar a otros privados. Es el reflejo de una
política que se compadece mal con la realidad de la Comunidad Valenciana. Es la
dejación de una educación en valores que la televisión debería promover. Es la
culminación de la incompetencia y la estupidez.
Estas fueron algunas ideas fuerza apuntadas en el encuentro en el que
también se habló mucho de política. En la mesa de intervinientes se dieron cita
Josepa Cucó, catedrática de Antropología; Ángel López, catedrático de
Lingüística General; Joan Romero, catedrático de Geografía Humana, y Vicent
Soler, decano de la Facultad de Economía, todos ellos de la Universitat de
València; y Domingo García Marzá, catedrático de Ética de la Universitat Jaume
I de Castellón. El debate estuvo moderado por el delegado de EL PAÍS en la
Comunidad Valenciana, Josep Torrent, y presentado por el rector Esteban
Morcillo. Sentada entre el público, estaba la exdirectora general de RTVV, Rosa
Vidal, que dimitió de su cargo cuando la Generalitat tomó la decisión de
cierre.
Josepa Cucó resaltó “la conjunción de factores que han producido una
mudanza corruptora del País Valenciano pervirtiendo su tejido económico,
cultural y social”. Angel López planteó si el cierre de RTVV no responde a una
estrategia planificada que pasaba “por el hundimiento hace años de Canal 9”,
ahuyentando a los jóvenes, que no sienten ningún interés por la programación y
por el valenciano. Domingo García Marzá propugnó una televisión realmente “independiente
y democrática”, en la que los políticos tengan una participación muy
minoritaria. Vicent Soler analizó el fuerte impacto económico del cierre, con
el mayor ERE de la Comunidad Valenciana y lamentó la desinversión de futuro.
Joan Romero postuló que otra televisión es posible y señaló que el fin de RTVV
“no es más que una muestra de tanto desgobierno, de tanto robo, de tanto
despilfarro, de tanta inmoralidad, de tanta corrupción, de tanta incompetencia,
de tanta estupidez”.
Domingo García-Marzá centró su intervención en el diseño institucional; es decir, en "cómo
pensar instituciones –en este caso una televisión pública valenciana- que sean responsables, que sean capaces de responder delante de la opinión pública de
aquello que las justifica y las legitima", puesto que de ello depende tanto su existencia como su potencialidad. Desde esta perspectiva, García-Marzá aseveró que es necesario un medio de comunicación audiovisual valenciano por tres
razones básicas: por su poder para conformar una cultura democrática y una opinión pública activa y responsable; por su influencia en la cultura, con una lengua y una identidad propia que ha
costado mucho vertebral; y, finalmente, por su papel educativo. Por todo ello, García-Marzá argumentó que una inversión de futuro es una inversión en una televisión pública independiente y democrática capaz de fomentar una ciudadanía participativa.
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